lunes, octubre 17, 2016

Gilberto Murillo, patrimonio cultural nacional y belemita.

Tomado de La nación 1°marzo 2009 Áncora

Música

Doliente y sensual

Mario Zaldívar | mzaldivar@costarricense.cr

Gran renovador Gilberto Murillo dirigió el tipo de orquesta popular tica que creó muchos fanáticos

Contaba el compositor Ricardo Mora que sus primeras inspiraciones: Calla, corazón, Noche inolvidable, Carmen, ¿Por qué me engañas, corazón? y Ya no quiero que vuelvas , fueron pasadas al pentagrama por Gilberto Murillo, en el piano del Teatro Nacional, porque Mora no sabía leer ni escribir música. No solo eso: Murillo recomendó a Mora no estudiar música pues la academia le arruinaría su espontaneidad musical. Mora siguió el consejo y lanzó una de las más bellas producciones musicales de corte popular.

Murillo había escuchado la música de Mora y, conocedor de los laberintos de la composición, buscó al joven músico, que destacaba con boleros originales. Lo encontró en su casa, en el barrio La Dolorosa (San José), y de ahí fueron al Teatro Nacional. Aquel día nacieron la producción bolerística en Ricardo Mora y la entrañable amistad que unió a ambos artistas.

Gilberto Murillo Moya nació en San Antonio de Belén, Heredia, el 13 de julio de 1912. La vena musical le llegó de su padre, Fernando Murillo, quien se entregó con pasión a la música e inició a Gilberto en la ejecución del piano.

Comienzos. En 1930, con solo 18 años, Gilberto Murillo fue a Colombia a perfeccionar sus conocimientos musicales; después recorrió Venezuela, Chile y Argentina. En ese mismo año regresó a Costa Rica, donde formó su primera orquesta de salón, una vez que su antecesor, Hugo Marini, se hubo dedicado totalmente a dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional.

Marini fue el músico que abrió brecha en materia de orquestas populares en Costa Rica, pero fue Gilberto Murillo quien consolidó ese tipo de agrupación. Marini estaba más interesado en la música de los grandes maestros, y su paso por la música de salón fue circunstancial y efímera.

Con Gilberto Murillo se produjeron varios fenómenos: se inició la presencia del salón de baile como un sitio de diversión colectiva; se instaló la orquesta popular de gran dimensión como un referente de los seguidores de un sonido particular, y se dieron a conocer los primeros cantantes de arrastre popular.

Así, la orquesta de Julio Barquero tuvo un público más selecto pues su música se identificaba con el jazz y el blues ; además tocaba en un sitio de prestigio: el Hotel Costa Rica. La orquesta de Néstor Cubero obtuvo la adhesión de bailadores más apegados a los ritmos cubanos, como el bolero, la guaracha y el danzón. La orquesta de Lubín Barahona trajo la novedad de los temas de las grandes bandas estadounidenses, lo que creó otro público, identificado con una sección de metales compuesta por cinco saxofones y cinco trompetas.

En mayo de 1944, Gilberto concedió una entrevista al director de la revista Pro-Arte , Antonio Arguello. Murillo expresó entonces: “Mi estilo, esencialmente melódico, se ajusta en mucho a un gusto personal por la música doliente y sensual latinoamericana”.

Las composiciones. Pocos costarricenses pueden presentar una cantidad tan respetable de composiciones de vuelo internacional como Gilberto Murillo. En Nueva York, la RCA Victor le grabó temas con la orquesta del mismo sello y con el famoso grupo Los Castillians.

Sus éxitos más conocidos son Irazú, Leyendo tus cartas, Tu sonrisa, Cómo se mueren las hojas y La malvaloca . La marcha Cartago se difundió en tiempos de nuestros abuelos, lo mismo que los danzones Traube y Melenita Rubia ; el tango El pibe soñador , el vals Cavanga y el bambuco Viendo las hojas caer . Otras canciones de su inspiración fueronVuelve, Morena linda, Rapsodia costarricense y Carnaval.

Merecen especial mención sus dos grandes boleros, que han quedado como joyas del cancionero costarricense: Luna en el estero y No puede ser , ambas grabadas en la sala Tassara de barrio México, con la voz de Guillermo Sancho y con el refuerzo de violines de la Orquesta Sinfónica Nacional.

La mexicana Eva Garza, de paso por el país, grabó algunos temas de Gilberto. Otro tanto hicieron la puertorriqueña Norma Mendoza y el español José Moriche.

Los músicos de su orquesta lo recuerdan como un hombre retraído y taciturno, quien, en los descansos de la orquesta, se quedaba sentado al piano, con el infaltable cigarrillo y un refresco. Rehuía las reuniones de los otros músicos alrededor de alguna copa de licor. Estuvo casado con Flora Bonilla Antillón, con quien procreó dos hijos: Fernando y Ana Isabel.

En algún momento de su prolífica creación, Gilberto Murillo compuso la música de la comedia Un picnic delicatessen , con el libreto del escritor José Marín Cañas y la puesta en escena de Manuel de la Cruz González. Esta fue una ocasión irrepetible, que unió a tres glorias nacionales de la música, la literatura y la pintura.

En 1959, Murillo vendió la orquesta a su mayor colaborador, Otto Vargas –a la sazón saxofonista del grupo– y se entregó a la docencia en el Liceo José Joaquín Vargas Calvo, de San Pedro, y en el colegio Metodista (San José).

Gilberto Murillo falleció el 16 de noviembre de 1970. En ningún otro caso es tan visible el homenaje pendiente a un gran compositor de parte del pueblo y de las instituciones estatales de la cultura.

EL AUTOR ES ESTUDIOSO DE LA CULTURA POPULAR Y HA PUBLICADO LOS LIBROS ‘COSTARRICENSES EN LA MÚSICA’, ‘IMÁGENES DE LA MÚSICA POPULAR COSTARRICENSE’ Y LA BIOGRAFÍA ‘RAY TICO’.

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