lunes, julio 11, 2005

Los Nuevos Troncales de la Cultura

En el marco de la Conferencia de la UNESCO, Catherine Trautmann, ministra de Cultura y Comunicación de Francia, aseguró que la relación simbiótica entre cultura y desarrollo será el tema central de la década que inicia. El desarrollo, dijo, debe reorientarse a las personas y, la democracia cultural, aunque parezca un término gastado, debe ser la prioridad. "Una sociedad donde las referencias desaparecen por el desempleo y la exclusión, busca el vínculo social y plantea la necesidad de acceso a la cultura", es en las escuelas, siguió diciendo, "donde deben disolverse las diferencias y las injusticias, y es la educación la que deberá formar la sensibilidad artística para formar ciudadanos y no consumidores pasivos en la sociedad de la información". Trautmann propone a la cultura como un factor clave en la reconstrucción del vínculo social, contra la exclusión y contra la marginación sociales; del mismo modo que la diversificación de las ofertas culturales resulta prioritaria en la lucha contra las concentraciones de los productos culturales y debe ser la respuesta que los gobiernos den para que el desarrollo cultural llegue a todos[1][1].

Gustavo Adolfo Becerra, escritor

El mundo crece y crecerá en redes, como cuerpos colegiados, complejos sistemas de información vinculantes (que no logramos explicar sin o a través de pequeños close up al mundo de informática) o grupos de amigos unidos por una misma intención y similar ternura. Es un proceso ineludible y biológico: se requiere del otro, de la legitimidad del otro, de las comunidades electrónicas como núcleos de organización social básica[2][2], incluso para la sobrevivencia. Jan Pronk, holandés y ministro de Desarrollo y Comunicación, señala los principales cambios provocados por el siglo XX en trazos firmes: el paso de las culturas tradicionales hacía la fascinación por el futuro; la adaptación humana a la naturaleza, reemplazada por el dominio tecnológico; y la seguridad, dentro de la comunidad, sustituida por relaciones anónimas del mercado, que ofrece seguridad sólo a unos cuantos. También otros elementos de fijación en la memoria tendrán posibilidades de expresarse (los nuevos panópticos), y entre ellos “los sistemas multimedia que definen instrumentos que combinan sistemas simbólicos distintos (texto, gráfico, animación, imagen fija y en movimiento, sonido, datos, ...), aspecto que los dota de una gran capacidad para estimular diferentes sentidos, potenciando de esta forma la retención de la información”. Diversos estudios (ya clásicos) revelan como se recuerda el 10% de lo que se ve, el 20% de lo que se oye, el 50% de lo que se ve y se oye, y el 80% de lo que se ve, se oye y se hace (multimedia interactivos).

En el 2001 se puede enviar más información por un solo cable en un segundo que la que se podía enviar en 1997 por todo Internet en un mes y antes de la seguidilla de ejemplos que grafican los cambios tecnológicos y las necesidad urgente de adaptación del hombre a ellos, una reflexión aguda de Robert Markley (1996), autor de "Realidades virtuales y sus descontentos", quien señala “que el ciberespacio no puede separarse nunca de las políticas de representación, precisamente porque es la proyección de los conflictos de clase, género y raza a los que la tecnología a la vez engloba y busca borrar”; sigamos con los ejemplos: transmitir tres mil millones de bits de información de Boston a Los Ángeles costaba 150.000 dólares en 1970 y hoy cuesta 12 centavos de dólar; enviar un documento de 40 páginas de Chile a Kenya cuesta por e-mail menos de 10 centavos de dólar, por fax en torno a 10 dólares y por courier 50 dólares; Internet ha crecido de 16 millones de usuarios en 1995 a más de 400 millones en el 2000 y se espera que llegue a los 1.000 millones de usuarios en el 2005; en dos años, entre 1998 y 2000, los usuarios de Internet crecieron de 1,7 a 9,8 millones en Brasil, de 3,8 a 16,9 millones en China y de 2.500 a 25.000 en Uganda; la producción de alta tecnología creció entre 1985 y 1997 más de dos veces más deprisa que la producción total en todas salvo en una de las 68 economías que cuentan con el 97% de la actividad industrial total; las exportaciones de tecnología de información y comunicación de la India crecieron de 150 a 4.000 millones de dólares entre 1990 y 1999; entre 1992 y 1997 Vietnam redujo en un 60% los casos de malaria y en un 97% la tasa de muertes por esta enfermedad mediante el desarrollo y el uso de medicamentos de alta calidad producidos localmente; Cuba ha desarrollado la única vacuna contra la meningitis B mediante investigación biotecnológica que consiguió la inmunización nacional a fines de los 80; en Brasil un equipo de científicos de la computación, por encargo del gobierno, ha diseñado un computador básico que cuesta cerca de 300 dólares; en 1999 el Instituto Indio de Tecnología de Madras creó un sistema de acceso a Internet de bajo coste que no necesita modem y elimina las líneas de cobre resultando ideal para proveer acceso a las comunidades de renta baja; sólo el 0,1% de los 25 millones de africanos sub-saharianos infectados de SIDA tienen acceso a los medicamentos disponibles; las ventas de medicamentos en África se prevé que representarán sólo el 1,3% de las ventas totales en 2002; una encuesta realizada en el 2000 a agricultores estadounidenses que cultivan maíz transgénico mostró que el 90% creía seguir procedimientos seguros para la salud, pero sólo un 71% lo hacía efectivamente[3][3].

Casi siempre cuando se analiza la historia institucional de la cultura de un país o de una región, como una forma de constatar lesiones, de dejar constancia en informes acerca de aquello mucho que pudo haber sido o aquello poco que fue, más que un conjunto de propuestas. Se pierde inobjetablemente la mirada, o dicho en lenguaje de camionero, se pierde la visión gran angular que otorgan las “luces altas”. No hay claros indicadores acerca del comportamiento de la cultura en la sociedad, y menos en los gabinetes de los Ministros de Hacienda y Economía; de alguna manera le ofrecemos un paradigma distinto al mundo de la cultura, por ende excluyente, donde cobijarla, por eso, por extensión, resulta casi imposible explicar la incidencia (si la hubiera) de la poesía en el PIB de la macroeconomía. De muchas maneras, si existen redes nacionales de negocios que se fortalecen y tienen un crecimiento sostenido, acuerdos internacionales y mercados financieros sustentables, es también porque han actuado como piedras fundamentales elementos que generan confianza-país. ¿Cuáles elementos son estos? Es una pregunta a la que debemos intentar dar respuesta desde las ciencias sociales. Y desde la cultura.

No hay indicadores de gestión para medir alcances sociales de proyectos culturales, repercusiones e impacto: legítimas dudas nacen cuando se trata de fortalecer, a través de fondos concursables, determinadas formas de “hacer arte” que son determinados por gustos de jurados (en boga / lo que se usa), sin una acabada propuesta estética o con una acabada propuesta: la libertad de crear es casi inherente a la libertad de ser. Y excede, casi siempre, los marcos que la quieren contener. Esto último es claramente visible en el rol que cumplen los agregados culturales en la promoción del arte en el mundo: sin indicadores de gestión, sin métodos evaluación (ni planillas de interés, ni siquiera informes periódicos), sin otro compromiso que la voluntad personal (cuando acontece), tienen un rol que es no-identificable (menos por los embajadores –responsables de misión) y cuando son promovidos por las autoridades ministeriales de turno, no existe una resistencia que ayude a explicar estas decisiones (el quebrantamiento de un programa de trabajo, el proceso de intervención acotado en un espacio y tiempo pre-definido), la mayoría de las veces estas decisiones ministeriales son injustas y en un 100% de los casos, por no haber indicadores de gestión, no documentadas. ¿Se pueden tomar decisiones no documentadas? Esta forma de “hacer cultura institucional” muestra enormes debilidades y deja ver el engorroso cuerpo administrativo que la genera (y genera). Sin indicadores de gestión no hay elementos de evaluación y sin evaluación, no hay una contraloría (social e institucional) que vele por la racional aplicación de recursos / tanto humanos como financieros, en las diversas instancias donde se inyectan.

Expresiones culturales distintas dejan de ser consideradas gravitantes (por usar un término de la política contemporánea) porque, el decisor o el conjunto de decisores, tiene (n) una mirada pequeña (luz baja) en torno a esas expresiones[4][4]. Eso sucede, por ejemplo, con los talabarteros (artistas del cuero y de la lesna) que nunca han tenido un Encuentro Nacional (desde el resentimiento, si se quiere: menos aún en un Hotel de cinco estrellas), con las hilanderas de mantas de Doñihue, con los sombrereros del Maule, con los mimbreros de Chimbarongo, con los alfareros de Pomaire y Quinchamalí, con los artesanos de la concha marina, con los artesanos en platería mapuche, con las ceramistas en greda y loza perfumada, con las tejedoras a palillo y a crochet, con las diseñadoras de trajes en lana de oveja, etc. Al contrario de lo que podría pensarse, muchos de estos productos culturales podrían constituirse también en productivas unidades de negocios y rentables. La silla de montar chilena, tiene un sentido mayor en la significación de la ruralidad, pero también posibilidades concretas de competencia con productos similares de otros mercados. En tiempos actuales –enmarcados por la sociedad del conocimiento y por una cultura que transita desde los soportes (hardware) a los procesos (software)-, entre el ser y decir se juega la dignidad humana. Ni más ni menos. Por eso es tan importante decir, porque los pueblos se dignifican. Y por eso, estoy feliz de “decir”. La masividad del decir, es parte de la socialización de la dignidad; la voz plural que dice como un concepto exquisito de ciudadanía y democracia. Creo que ya tenemos mayoría de edad como país, como para caminar estos senderos, batirnos a duelo con el “principio de la incertidumbre”[5][5], y metodologizar algunas ideas básicas, razones y pilares de esta convocatoria. El mundo ha sido modificado casi desde la raíz y el hombre se pregunta, ¿dónde está Dios? Lo busca con ahínco. Hay innumerables ofertas en el mercado de la filosofía, de fácil acceso y sin mayores compromisos para acceder a la trascendencia. Para muchos Dios, hoy por hoy, es un producto sujeto a las leyes del mercado, un Gran imaginario social, un sitio donde se reclutan las penas del alma, una especie de San Expedito pero con la agenda ocupada.

Complejo resulta crear (generar / proponer) un sistema socio-político aplicable a la medida de una realidad determinada, desde la institucionalidad. Todos los trajes a la medida terminan quedando chicos (lo sabemos), los planes quinquenales, los proyectos globalizadores, las guerras preventivas. También los programas de trabajo tienen ese estigma (desde antes de nacer), y más aún los programas sociales de gobierno, tienen ese final predecible: se ajustan con demasía al cuerpo social (que ahogan) o quedan cortos de piernas (que impiden a los pueblos caminar). El mundo ha cambiado en diversas direcciones: la palabra pueblo ha desaparecido del diccionario. Vivimos en la gran telaraña de la comunicación instantánea, en la red de redes. Por eso, en el ámbito de la educación sistemática, se proponen cambios y se aplican reformas estructurales tanto en programas como en contenidos, y éstas en cada vez más breves plazos, quedan obsoletas, añejas, anticuadas; así acontece con la reforma educacional chilena y con otras reformas en el área de educación en América Latina. Así está de rápido el mundo[6][6]. La tendencia del siglo XXI, es hacia la construcción de nuevos sistemas de educación, que preparen al individuo para entender su propia realidad y pueda así seguir (la) transformándolo. Colom Cañelas (1994), indica que estos nuevos sistemas deben tener algunas de las siguientes cualidades: interactividad, movilidad, convertibilidad, conectabilidad, omnipresencia (democratización total de la información) y mundialización (información sin fronteras ni diferencias). La organización social y la institucionalidad cultural también debería tener esos soportes transversales.

Una anécdota: muchos amigos que en su juventud hablaban y hacían declaraciones de su voluntad inquebrantable para aportar decididamente a “la transformación del mundo”, ahora se conforman con no comer carnes rojas. Perdieron la fe y el entusiasmo. Ese empuje vital de aquellos jóvenes, hace falta, por ello hay una urgencia de crear el soporte que sostenga esa fuerza, si se demanda. También hace falta resucitar la palabra pobre (y pobreza), ese ser humano protagonista de las opciones preferenciales. La opción preferencial por los pobres no ha pasado de moda, por más que esté “out” hablar de ella en los foros internacionales, en reuniones de empresarios, en acuerdos comerciales y de transferencia, en las altas cimas y presidencias de los poderes decisionales. En el pobre está Cristo, eso está claro. En muchos proyectos sociales que se promueven, como en un gran menú de opciones, quedan latiendo las palabras del Papa, cuando señala: se pueden construir sociedades sin Dios, pero tarde o temprano estas sociedades se vuelven contra el hombre. Y, por cierto que los cristianos, no queremos dejar a Cristo fuera del banquete, aunque por el momento sea teórico: trabajo decente como dice la OIT y crecimiento con equidad, como se verbaliza en muchos documentos. En fin, 700 millones de personas viven en el hambre, según la FAO. Pero a veces esos pobres no nos importan. No los conocemos y ojos que no ven, corazón que no siente. El antónimo del amor, no es odio, sino la indiferencia.

En sólo una generación, hemos descubierto y explotado la energía del átomo, hemos entrado con instrumentos de la física, la química y la biología a escrutar signos herméticos de la materia. Por su parte, la ingeniería genética y la biotecnología nos permite acceder a la agricultura de manera eficaz, mejorando la producción de híbridos y otros frutos, y buscando formas de energías sintéticas que quisieran acercarnos a la perfectibilidad del hombre. Se nos acerca la colonización del espacio, dando pie a una guerra de las galaxias, a un incremento de los presupuestos para la investigación espacial. Que, seguramente, serán las adecuaciones que realizarán los distintos estados de sus presupuestos de defensa. En USA se intensifica el plan de defensa del espacio aéreo (IDE) y lo mismo debe estar sucediendo, a escala, en casi todos los países del orbe. Los satélites rastrean nuestros más mínimos movimientos y las ondas telemétricas que logran impulsar los radares que mediante sondas descubren los movimientos de los peces y los submarinos en las profundidades oceánicas y en el horizonte emergen los bio-chips. Nunca en la historia de la humanidad se han logrado desarrollos tan espectaculares en un lapso tan breve como ha ocurrido con computadoras y robots en el curso de las últimas décadas. Así como la Primera Revolución Industrial, la que comenzara en Gran Bretaña hace sólo dos siglos, trajo consigo cambios inmediatos en todos los aspectos de la vida humana (afectando al individuo, las familias, la economía, la política, etc.) , el impacto de esta nueva revolución será también total. Esencialmente, significa el tránsito desde la amplificación del poder muscular a la ampliación del poder del cerebro.

Desde una sociedad industrial nos movemos a una sociedad informatizada. Los cambios producidos por la primera revolución industrial acontecieron con gran rapidez y el mundo entero fue re- modelado sin que la gran mayoría se diera cuenta de lo que estaba sucediendo y sin que nadie pudiera detener el proceso. Una mirada en el presente mismo: Lo mismo pasa hoy, con la diferencia que estos cambios tendrán lugar con una rapidez mucho mayor y afectarán tanto la estructura productiva como la ocupacional y la social, sin embargo tenemos la posibilidad de preverlos, analizarlos, sistematizarlos y encausarlos de acuerdo al bien común y el respeto de la persona humana[7][7]. El impacto se sentirá en el hogar, en la industria, en la oficina, en la escuela, en los movimientos políticos. Ningún sector de la división especializada del trabajo, que hemos conocido en los últimos siglos, quedará igual. La sociedad post - industrial estará caracterizada, a grandes rasgos, por:

Robotización, "Inteligencia" artificial, Redes de comunicación totalmente integradas. Disponibilidad de mayor tiempo libre. Importancia del sector cuaternario de la economía. Virtual simbiosis entre hombre y máquina. Nuevas teorías, tanto del universo como de la sociedad. Colonias espaciales. Explotación de los fondos marinos. El Océano Pacífico como nuevo eje geo – político. Nuevas nociones para el tiempo y la materia. Nuevas fuentes de energía. Saturación de información. Pérdida de relevancia del Estado – Nación. Disminución de las barreras territoriales. Población más longeva y genéticamente intervenida. Educación más creativa, personalizada y continua, que se basará tanto en la búsqueda de la síntesis como de verdades múltiples. En la economía, la información se transforma tanto en el principal insumo como en el principal producto. Las sociedades y sus instituciones se hacen crecientemente heterogéneas, gracias la posibilidad de disponer de similar nivel de información de igual calidad y al mismo tiempo, etc. Las tecnologías que harán posible esta nueva sociedad se van a generalizar gracias a su costo, tamaño, flexibilidad, confiabilidad y consumo de energía. Existen límites por cierto, pero antes de que éstos se alcancen, logros como la computación y la robótica van a producir una revolución productiva que alterará profundamente la organización de la sociedad. Cuando señalamos la sociedad post - industrial, y mostramos algunos de sus rostros volvemos a mirar en la fuente lo que es reconocimiento de la dignidad humana: “En el trabajo el hombre es lo primero. Ya sea artístico, artesano, empresario, obrero o campesino, manual o intelectual, es el hombre quien trabaja; y es para el hombre para quien él trabaja”.

Insistentemente se habla de economía global reestructurada y se fundamenta de la siguiente manera: la economía internacional ha sufrido una transformación desde la Segunda Guerra Mundial, de una serie de mercados nacionales vagamente conectados a un orden mundial crecientemente inter- dependiente. La fuerza conductora ha sido la tecnología, que ha revolucionado las comunicaciones, el transporte, la gestión y el mercado. Es difícil exagerar el sensacional salto tecnológico de los últimos años. Microelectrónica, telemática, biotecnología y exploración espacial han realizado avances extraordinarios.

Estos han llevado, a su vez, a la robotización las fibras ópticas, un despliegue deslumbrante de materiales sintéticos, la ‘miniaturización’ y vastas mejoras de las comunicaciones. Estos cambios también han provocado innovaciones organizativas: diseño y manufacturas mediante computadora, líneas de ensamblaje enteramente automatizadas, control de calidad total, ciclos de vida más cortos para el producto, abastecimiento mundial, embalaje en contenedores y una administración con inventarios permanentemente actualizados. La comunicación instantánea ha hecho posible la integración de los mercados financieros del mundo y que sumas enormes atraviesen fronteras en cuestión de segundos. La integración global de mercados de capitales, bienes y mano de obra ha sido conducida por las cada vez más complejas estrategias de las empresas tras- nacionales. A través de la expansión de redes de producción internacionales, tales empresas han reunido exitosamente su capital y tecnología con mano de obra de bajo costo, en una escala mundial.

La computación y la microelectrónica son testigos de esta velocidad de cambio, corroborada por los ejemplos y datos que entregamos a continuación: el costo de hacer un millón de cálculos de computación ha bajado de US $ 1,26 a 7 centavos en el transcurso del mismo período. Ninguna otra industria en la historia de la humanidad ha alcanzado objetivos de mayor rendimiento y menor costo en un lapso tan reducido de tiempo. Esto es una motivación básica para las actuales reformas económicas en América Latina y las adecuaciones necesarias para los sistemas educativos. Los países que están en vías de desarrollo, o que buscan un desarrollo constante para acceder al mejoramiento deben poner en el eje de la transformación productiva con equidad, a la educación. Hay un rasgo característico que exige ‘especialización’ de mano de obra y de fuerza de trabajo para las nuevas tecnologías que se requieran para participar ‘efectivamente’ o ‘eficazmente’ en los mercados internaciones con bajos costos de producción en los productos. Y la educación tiene aquí un carácter esencial, crucial y definitivo: transferir conocimiento con la celeridad que requieren las nuevas tecnologías en busca de un mejor aprovechamiento de su aplicación y con un reducido costo. El esquema anterior sólo tiene a ‘materializar la lectura’, hacer visible, de los nuevos instrumentos de los cuales el hombre hará uso para mejorar su calidad de vida.

En esta opción también hay una contradicción: no todo lo que se efectúa en materia productiva es para el mejoramiento de la calidad de vida del hombre, muchas veces la principal motivación de los emprendimientos empresariales son la acumulación de capitales. Si se pretende mantener un crecimiento ordenado que permita a los países salir de su estancamiento económico[8][8], si se pretende también consolidar las estructuras sociales y el sistema democrático de organización, si se pretende abrir nuevos cauces a la importación de alta tecnología o de tecnología de punta que permita la competitividad internacional de los productos, si se pretende abrir campos a la investigación y al conocimiento para mejorar el uso de los instrumentos de servicio, si se pretende consolidar el sistema económico o buscar mejorías sustanciales en beneficio del bien común, necesariamente los Estados regionales y los gobiernos locales, deben hacer inversiones significativas en educación y en cultura. Este es un desafío que tiene que ver con la democratización de los países en América Latina, desde el punto de vista utópico la educación naturalmente inhibe aquellas conductas que atentan contra el hombre y consolida el respeto por las formas de gobernabilidad que han elegido las grandes mayorías.

En esta época de revolución científica y tecnológica, de progresiva globalización de los mercados, de competitividad basada en la incorporación y difusión del progreso técnico, del progreso técnico y aceptación social de la ‘paradoja de la productividad’, del nuevo paradigma de organización y gestión empresarial,[9][9] del efecto horizontal de las tecnologías de información, en época de ahorro de energía, de sustentabilidad ambiental[10][10], volvemos a poner al hombre en el centro de la mirada: “no se trata de vencer el hambre, ni siquiera de hacer retroceder la pobreza. El combate contra la miseria, urgente y necesario, es insuficiente. Se trata de construir un mundo donde todo hombre sin excepción de raza, religión o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana, emancipado de las servidumbres que le vienen de parte de los hombres y de una naturaleza insuficientemente dominada”[11][11]. Aunque deberíamos ya decir, una naturaleza viva y armónica con la existencia humana.

Pero como individuos que trabajan “para el engrandecimiento humano y la utilidad de la virtud” (en palabras de José Martí) tenemos claros sitios de pertenencia. Siendo universales y participando de los procesos de mundialización, tenemos particularidades innegables, que nos determinan y condicionan. “Italia está en la fundación de la Latinidad pero ésta pronto abrazó a los pueblos de raíz gálica e ibérica: el mayor texto de Julio César tiene a Francia por escenario y si España le dio a Roma tres césares --Trajano de Itálica, Adriano de Andalucía y Teodosio de Cauca- le dio, sobre todo, escritores --los poetas Marcial y Lucano-- y al filósofo primordial del estoicismo hispano-latino, Séneca, natural de Córdoba y representante eterno de la espiritualidad latina que reúne los valores de la libertad y la pasión, la naturaleza y la muerta, aceptados como realidades, no como fatalidades. La cuna de la latinidad la mecen las olas del Mare Nostrum y a su flujo y reflujo contribuyen las culturas ribereñas, desde la helénica que nos llega por Italia, hasta la hebrea y la islámica, que entran por España. Por eso, cuando en el siglo XV Europa descubre a América y América descubre a Europa, el Mediterráneo latino se extiende hasta el mar de las Antillas y hacia el sur, a las costas del Brasil explorado, pronto hará quinientos años, por el navegante portugués Pedro Alvares Cabral”[12][12].

Sabemos de la existencia notoria, mediante el proceso de globalización, de poderes emergentes y decisionales que antes ocultaban su rostro, o estaban detrás de los muros, en los laboratorios. Uno de estos poderes, quizás el principal, es el poder de la ciencia (el conocimiento científico), directamente vinculado con el mundo de la genética y de la ingeniería, la manipulación de la vida. Antes, la ciencia buscaba en la literatura aspectos en los cuales podía profundizar de manera sistemática y con resultados empíricos. Hoy, los creadores artistas, o al menos un conjunto de ellos, miran a la ciencia como materiales de sus propios análisis y aportes para sus obras. El poder de la ciencia es casi total, no sólo en estas materias sino en campos más complejos como la carrera armamentista. ¿Dónde está Dios? El poder que está en manos de los científicos, es altísimo. Esta nueva realidad que se instala en el mundo contemporáneo, para no irse, es un factor decisivo de desarrollo, investigación y poder. ¡Qué duda cabe! Están ahí la nanociencia, la mecánica cuántica, los memes[13][13] y la nanotecnología. Si vieron la obra de Teatro “Copenhague”, se darán cuenta que la conversación de Heisenberg con el danés Bohr, determina un momento crucial en la historia de la humanidad: partículas que emergen, cámaras de vacíos, velocidades y el destino del mundo. Nadie puede hacer oídos sordos a ese poder que emerge. La spintrónica dará muchas leyes al poder digital de la técnica, por ejemplo. Y aunque ahora parece una palabra “mal escrita”, muchos volúmenes se escribirán bajo su influjo. Es decir, sin un fuerte estímulo en el mundo de la ciencia, las dificultades de crecimiento cada vez serán mayores y la competitividad más baja. También es bueno que de ese sector surja una palabra que ilumine.

Por eso, este segundo tramo de “lluvias de ideas” lo he llamado “el efecto mariposa (ley del caos)”: un aleteo de mariposa en el Caribe, es un huracán en Australia. De alguna manera este precepto quiere señalar que todas las cosas están vinculadas, que operan como vasos comunicantes, que se relacionan. Y que estos vínculos-nódulos son cada vez más necesarios, incluso en la articulación partidaria. Imagino el mundo como grandes troncales por donde circulan los bits de la comunicación binaria, la digitalización de la memoria, las experiencias vivas de las comunidades electrónicas, etc. Por lo tanto, factores decisivos de emprendimiento económico (comercial para ser más amplios) requieren de poderes concretos, al menos en información, para poder realizar con éxito las acciones que se requieran y obtener los frutos deseados. Para nadie es un misterio que muchos viñedos de Chile fueron destruidos producto del crecimiento expansivo del kiwi y que luego, cuando en el Asia, se produjeron volúmenes significativos de kiwis, estos kiwis-chilenos perdieron presencia en el mercado. Y quienes habían tomado esa decisión se vieron en la necesidad de reconvertir sus procesos productivos, porque no tenían la información procesada de manera adecuada. Y, por cierto, sus producciones[14][14].

Desde este punto de vista que lo hace evidente y de otros ámbitos que lo requieren, necesitamos una re-ingeniería en el mundo de las relaciones internacionales y en la formación de los empelados públicos que sirven en ese sector. Otra mirada se requiere (desde la cultura), una mirada centrada en la cooperación horizontal y en el respeto hacia la diversidad, una mirada que signifique. Esta es una urgencia que determinará el quehacer de las naciones, los estados y los pueblos. No existe el milagro económico de la provincia de Cachapoal, como si mañana fuera a despegar de la pobreza y ha instalarse como potencia económica provincial, capaz de satisfacer todas las demandas de sus habitantes y de atraer inversionistas y capitales. No existe el milagro económico particular, sino regional. La idea de bloque y comunidad se hace cada más importante, comunión de intereses y proyectos, comunión de sueños e ideas, comunión de afectos y ternuras. Tampoco existen milagros económicos como tales, pero dejémoslo pasar sólo por esta vez. Al contrario de lo que podría pensarse y que sería consecuencia lógica del tránsito de la humanidad por la cultura de la información y la sociedad del bienestar, los intelectuales han ido disminuyendo sus tiempos reales dedicados a la observación, al análisis crítico, a la vertebralización de sus propias reflexiones. No está inmune de estos acontecimientos el mundo de las letras. Quizás por exceso de trabajo de los propios escritores, por el dinamismo que ha ido adquiriendo el mundo contemporáneo, el tiempo de reflexión para analizar el sentido de la actividad en forma crítica, es cada vez menor. Por lo tanto la información requerida para los procesos interpretativos de los mundos internos, también se ve afectada y, en algunos casos, muy debilitada, notoriamente expuesta. Hay poco análisis y, si existen, muy superficiales acerca de estos temas inquietantes. Quizás es consecuencia de una cultura light que todo lo transforma en vanidad y desecho. También de los procesos de aceleración que tienen y asumen los creadores, y también por las dificultades reales que se producen por la no existencia de un halo social que los proteja. Lejanos se ven los tiempos de los documentos magisteriales “A construir la Civilización del Amor” del Cardenal Raúl Silva Henríquez y otros vinculados con las encíclicas sociales que eran elementos primordiales del debate consciente. Para muchos hablar hoy de encíclicas sociales es remitirlos a la pre-historia del mundo. Y para muchos recordar al Cardenal Silva Henríquez es un verdadero milagro.

Los indicadores objetivos que generan confianza en la inversión (desde al economía y la estabilidad social) los conocemos largamente, tienen directa relación con el crecimiento sostenido, tranquilidad de los mercados, comportamiento social, altos índices de probidad administrativa, aparato estatal con organismos contralores despiertos, etc. Una de las mediciones subjetivas más difícil de medir (no existen indicadores claros) es la confianza que, a su vez, es factor determinante en la etapa final (cierre) de los negocios. Siendo subjetiva actúa dentro de otros parámetros y obedece a otra lógica. No siempre la confianza para unos, lo es para todo el mundo. La idea de confianza no es exportable como insumo. No es extensible a un campo general, sino que se mueve "acotadamente": sirve para un segmento determinado, en una determinada circunstancia. Desde esta perspectiva las alianzas que se establecen para generar nuevos mercados, introducción de nuevos productos, innovación tecnológica, servicios y soportes, aunque no se expliciten tienen un aval cultural.: la piedra genésica de las confianzas. Subyace en esta proposición una imagen país que avala, que es producto de, que está íntimamente ligado a una red de valores que lo hacen merecedor del respeto social. Creo, desde esa dinámica social, lo que se denomina cultura (con los contenidos socializados por Tylor: todo lo que hace el hombre) genera subjetivamente confianzas. Más aún si la cultura está ceñida al campo de la ciencia, la investigación las artes y el pensamiento. Por lo tanto, en este mundo de gran pragmatismo, concreto y de contrato social vigente, al cual pertenece el mundo de los negocios, la introducción de una variable subjetiva permite no sólo aumentar las potencialidades de "hacer buenos negocios", sino generarlos. Este clima de confianza y distensión que crea la cultura, en los aspectos antes señalados, motivan un campo de movimiento en las relaciones sociales distinto al que habitualmente se mueven los hombres de negocios. Por eso, la idea de "gerenciar la cultura" no es una idea peregrina, sino que tiene esa lógica elemental. A raíz de mi propia experiencia, he descubierto que Neruda y la Mistral, son personajes conocidos en el mundo de los negocios y en el mundo empresarial. Chile es Neruda. También Chile es Víctor Jara. Reconocerlo es aproximarse a ese troncal por donde circulan las confianzas. Hay un conocimiento acabado del flujo de capitales, de la necesidad de ahondar y generar nuevas vías de entendimiento en los sistemas financieros, de acuerdos internacionales relacionados con las firmas electrónicas, pero lo que genera confianza es esta nueva dimensión de las relaciones humanas. Ahí hay un potencial in-medible, difícil de cuantificar pero evidente. Naturalmente, entonces, que los cien años de Neruda (que se celebraron) y que, a instancias presidenciales, se ha creado una Comisión de alto nivel, es un instrumento muy valioso para el posicionamiento e inserción definitivamente de Chile en los "mercados de la confianza". Esta inversión-Neruda que ha hecho la poesía en beneficio del "crecimiento humano, de la utilidad de la virtud", es un vía de acceso a los “troncales de la confianza”. Uno de los destinos turísticos más recurrentes por los operadores internacionales de agencias de turismo, al momento de "vender Chile", es Montegrande de Gabriela Mistral, el valle del Elqui ("de mil montañas y más") y del Pisco que en esa zona se da con fragancia casi literaria. Lo mismo acontece con el litoral central y las Casas de Neruda frente al Pacífico. Esa red de confianza subjetiva que se genera a partir de la experiencia artística, permite que nuevas entidades se relacionen y mundos que se creían antagónicos puedan establecer relaciones de simpatía. E incidan de manera activa en la economía país. Parece, a todas luces, que reducir el gasto en inversión cultural es una decisión nefasta en el plano económico.

Ahora, me pondré aún más nerviosos a los economistas, haciendo una afirmación increíble: la poesía tiene una directa relación con el PIB, con el crecimiento del PIB. Hay una incidencia real en el PIB mediante la poesía, la publicación de libros y distribución de ellos, pero sobre todo por la existencia de la poesía chilena en el mundo y su influencia en el mundo de las letras. También tiene esta incidencia el cine en el PIB y las artes en general. Este año recién pasado cuando se celebraban los cien años de Neruda en el mundo, en muchos países la imagen de Chile, su posicionamiento como país culto y confiable, creció. Este crecimiento de la imagen país se traduce en redes de confianza, pilar fundamental de los negocios y las relaciones financieras. Nadie discute que los funcionarios internacionales más importantes que ha tenido cancillería, han sido Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Aunque no están físicamente, fueron embajadores de Chile, son y lo siguen siendo ad honorem. La presencia del cine chileno en el concierto internacional, y los éxitos obtenidos en festivales internacionales del séptimo arte, ha sido un estímulo vital para el crecimiento de la industria cinematográfica y ha movido una industria pesada en forma poderosa, pero también ha atraído públicos importantes (europeos) a encontrarse con este país que sólo conocían por la exhibición de las cintas “La Fiebre del Loco”, “Machuca” o “Taxi para Tres”, sólo para nombrar algunas producciones recientes. Y estos públicos atraídos por el cine (turismo) tienen directa relación con el PIB. La inversión que la poesía ha hecho en las redes sustentadoras de negocios, en la generación de una imagen confianza-país es preponderante, vital y factor que debe reconocerse como pilar en la economía actual.

La acción cultural tiene directa relación con el desarrollo social- sectorial. Un Festival Internacional de la Canción es gran motor del desarrollo en áreas estrictamente productivas, como el sector hotelero y gastronómico. Por lo tanto, la inversión de los estados nacionales en cultura, digámoslo directamente en el desarrollo de las artes, es inversión pura. Y permite tener una mayor conciencia de ciudadanía, entre otras múltiples relaciones colaterales. Ningún proceso social puede ser exitoso si antes no existe un proceso cultural que lo anime, que esté vive en el imaginario- dirían los sociólogos. La inversión en la promoción del arte y la cultura es siembra de humanismo. Federico Mayor Zaragoza, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), dice: "vivimos un mundo en mutación, donde los grupos se movilizan cada vez más y la acelerada evolución cultural deviene en revolución tecnológica".

Es natural el repliegue a lo conocido en materia de innovación (desde donde operan la tecnologización de los procesos y de los procesos creativos), "pero no permitamos que el miedo nos lleve a la uniformidad"; para Mayor, la cibercultura forma parte de la mundialización y puede agudizar el desequilibrio entre pobres y ricos, entre quienes tienen acceso a ella y quienes no lo tienen; por eso, las nuevas tecnologías "...exigen de nosotros vigilancia e imaginación. El deber ético se extiende al campo cultural": la ética es la estética del porvenir. Y, ¿dónde está Dios? Este legítimo otro dialogante (en lenguaje de Humberto Maturana), ¿dónde está? Cuesta encontrarlo. Parece que muchas veces se nos pierde en las cifras de la macroeconomía, en los aranceles, en las bandas de precios, en la articulación financiera. No creo que reniegue de las planillas Excels, pero las mira de reojo. El mapa general de América se ve difuso: parecen promisorias las democracias emergentes, pero la aparición del sujeto colectivo capaz de mantenerlas es débil aún. De hecho el pensamiento latinoamericano, las construcciones ideológicas que sirvieron de estímulo y puentes, han perdido vigencia. Nadie cita a Mariátegui ni a Theilard de Chardin. Tampoco al Evangelio y tenemos miedo de proclamar públicamente nuestra fe católica: escondemos la lámpara debajo de la cama. Tenemos pocas certezas en torno al amor. Es quizás el proceso más complejo que nos ha correspondido vivir. Un partido político, al fin y al cabo, es una red de amor: certezas compartidas, esperanzas compartidas, sueños compartidos. Es un complejo sistema también, de comunidades electrónicas, articuladas y vibrantes. Sin embargo, tenemos escasa conciencia de lo qué es el amor. Y quizás aquí estriben los males sociales y aquí se generen las estructuras sociales de pecado que inhiben el crecimiento humano y la utilidad de la virtud. Hay la necesidad de re-significar algunos conceptos que permitan mayor fluidez en el diálogo. Hay que re-semantizar la aurora, si me permiten una salida poética. Y dentro de este proceso de re-semantización sin duda tiene vital importancia otros segmentos sociales emergentes, que antes eran opacados por una cultura patriarcal, como las minorías sexuales. Todo ha ido cambiando de manera radical. "La globalización va de la mano de una cultura global y uniforme que cobra fuerza mientras los centros del poder económico multinacional ganan el control de los canales por los que fluye la cultura. Está surgiendo una cultura basada en productos universales, modas y gustos compartidos a nivel global y manipulados por intereses comerciales". Pronk plantea que el fin de la batalla entre comunismo y capitalismo dejó sitio a una nueva disputa: el conflicto entre la diversidad cultural en sociedades abiertas, por un lado, y la autocontención de las sociedades cerradas, caracterizadas por sabidurías estáticas, por el otro. Imagino que podríamos aportar a imaginar un nuevo mundo, desde las vertientes que se derivan de esta propuesta. Por un lado, significar contenidos que han quedado perdidos en el tiempo (o re-significarlos), por el otro, generar una mirada de futuro vinculada con el pensamiento humanista cristiano, del cual este pequeño acercamiento a los nuevos soportes tecnológicos es un entusiasta deudor y lo reconoce abiertamente.

Santiago de Chile, enero del 2005

La cultura no tiene dueño

U na aspirante a la alcaldía municipal haciendo eco de la aseveración de que la “Cultura no tiene dueño”, frase muy utilizada por miembros ...